Los almendros han pintado de blanco y rosado las coladas volcánicas, los
tabaibales y la mala hierba que crecen con fuerza por las copiosas
lluvias de este invierno. Como todos los finales de enero y todos los
febreros, sus flores dibujan un contraste visual muy potente, que se
empieza a ver en Tamaimo, estalla en Arguayo y alcanza su esplendor en
los alrededores del casco de Santiago del Teide, la cuna de este árbol
en la Isla. El mejor momento de este espectáculo de la naturaleza
tinerfeña, de todas maneras, está por llegar.
Será desde el 5 de febrero y hasta finales de mes cuando todos los árboles se unan y la floración alcance su punto álgido. El Ayuntamiento de Santiago del Teide ya está preparado para disfrutar y aprovechar este deleite. Este año, además, en la décimo octava edición de las celebraciones del almendro en flor, el Consistorio da un paso adelante y añade nuevas actividades para agasajar a los varios miles de visitantes que espera esos días, más de 3.000 el año pasado.
Los almendros llegaron a estos parajes volcánicos, a los pies del Teide,
a mitad del siglo XIX, cuando la cochinilla se hundió y los
terratenientes se vieron obligados a buscar alternativas. En ese momento
pensaron que lo ideal era el almendro. Así fue como plantaron estos
frutales originarios de Asia en esta parte de la Isla. Las erupciones,
la última de ellas la del Chinyero de 1909, habían dejado sin tierra
fértil las medianías, por lo que se necesitaban plantas resistentes.
Crecen a los lados de la carretera, entre los muros de las fincas
abandonadas, en los bancales, acosados por las abejas. Sus tonos
rosáceos ya se dejan ver pero queda lo mejor.
Fuente: Laopinión.es
Fuente: Laopinión.es
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