Alfred Nobel (1833-1896) es conocido principalmente por el ser el fundador de los premios que llevan su nombre y que se otorgan cada año en las categorías de física, química, medicina o fisiología, economía y literatura, y en el campo de la promoción de la paz. Sin embargo, su vida y las circunstancias que le llevaron a legar su enorme fortuna a la creación de tales premios, no lo son tanto.
Alfred Nobel fue un químico, ingeniero, inventor e industrial fabricante de armas de origen sueco, aunque pasó la mayor parte de su vida viajando por toda Europa debido a sus negocios. Heredó la vocación de su padre, Immanuel Nobel, que también fue inventor e ingeniero y que, como más tarde haría su hijo, logró prosperar con la fabricación de material bélico.
Hacia 1863, el hijo de Immanuel Nobel se centró en convertir la nitroglicerina —sustancia explosiva muy peligrosa debido a su inestabilidad— en un explosivo más seguro y manipulable con miras a su aplicación en la minería y en obras de infraestructura. Tras numerosos experimentos inventó en 1867 un explosivo estable al que llamó dinamita.
con diatomita (roca sedimentaria silícea) la nitroglicerina, líquida a temperatura ambiente, se convertía en una pasta que podía ser moldeada en forma de barras y ser insertada fácilmente en los huecos de las excavaciones.
Aunque no fue el único, la
dinamita fue su invento más célebre. Gracias a su patente —y a otras como, por ejemplo, la de la pólvora sin humo— se convirtió en un empresario multimillonario. Tanto fue su éxito que muchas de las compañías fundadas o adquiridas por Nobel se convirtieron en grandes emporios industriales que todavía hoy desempeñan un importante papel en la economía mundial, como Imperial Chemical Industries, la Société Centrale de Dynamite o AB Bofors.
«El mercader de la muerte»
Sin embargo, su mayor invento le ocasionó un gran pesar y muchas dudas de conciencia. Su hermano Emil y otras cuatro personas murieron en 1864 en una explosión en Estocolmo durante la realización de un experimento. Por otro lado, la dinamita pronto fue utilizada con unos fines distintos de los que Nobel había imaginado: empleada en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) por ambos ejércitos, y fabricada por la industria armamentística después, que proliferó de manera incontrolada en Europa durante el periodo conocido como «la paz armada» (1871-1914).
Estas dudas de conciencia eran tanto mayores cuanto que Alfred Nobel era muy consciente de las muertes que había ocasionado su invento, lo que le granjeó muy mala fama en la prensa internacional, hasta el punto de que un diario francés llegó a llamarle «el mercader de la muerte» en una necrológica publicada con motivo de su supuesto fallecimiento (quien había muerto en realidad era su hermano Ludvig).
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Bertha von Suttner |
Además, Alfred Nobel se había comprometido en parte con la causa pacifista de su época a través de la condesa
Bertha von Suttner, una de las principales figuras del
pacifismo de finales del XIX, que fue su secretaria personal por un tiempo y una amiga fiel que influyó notablemente en su pensamiento, sobre todo en lo tocante a la creación del Premio Nobel de la Paz. Fue después de conocer a la autora de
Abajo las armas cuando Alfred Nobel empezó a realizar importantes donaciones para el fomento de la paz y la cultura.
Sin embargo, esta flagrante contradicción de la vida de Nobel, por un lado defensor de la paz y, por otro, fabricante de armas millonario, nunca fue percibida como tal en su pensamiento, e incluso en la última etapa de su vida persistió en su actividad de desarrollo y explotación de tecnología militar como cohetes, cañones y pólvora progresiva.
La neutralidad de la ciencia
Nobel no consideraba que sus negocios armamentísticos y su labor a favor de la paz mundial fueran incompatibles. Pensaba que el científico no es responsable del mal uso de sus descubrimientos —una postura opuesta a esa versión del determinismo tecnológico que, según Bimber, se basa en «las consecuencias imprevisibles e involuntarias de la actividad tecnológica». La naturaleza de los inventos es neutral; el problema radica en el corazón del hombre, para decirlo con palabras de Albert Einstein.
Es más, Nobel creía de manera ingenua en el poder disuasorio de lo hoy llamaríamos armas de destrucción masiva. Según Bertha von Suttner, Alfred Nobel le confesó su interés en producir una sustancia o máquina «de tal eficacia destructora, que haga imposible las guerras». Y en 1891, llegó a decirle a la condesa lo siguiente: «quizás mis fábricas pondrán un fin a la guerra antes que tus congresos, el día en que dos ejércitos se aniquilen mutuamente en un segundo, todas las naciones civilizadas van a retorcerse del terror y desmantelar sus tropas».
Nobel no llegó a ser testigo de las consecuencias
terroríficas de la tecnología aplicada al exterminio humano durante la primera
y la segunda guerra mundiales. Tal vez, al contemplar la devastación
desencadenada por el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón en 1945, se hubiera arrepentido de sus palabras.
El origen de los Premios y la Medalla Fields
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Medalla del Nobel
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La última voluntad de Alfred Nobel, fijada en su testamento, fue la de crear los premios que llevan su nombre. Muy posiblemente esta decisión estuvo motivada por cierto sentimiento de culpa, así como por el deseo de no pasar a la historia como el inventor de un arma que causó tanta destrucción en la guerra y que además le hizo rico.
El testamento consignaba que su fortuna debía utilizarse para la creación de una serie de galardones que premiarían cada año a aquellas personas que hubieran obtenido importantes logros en los campos de la física, la química, la fisiología o medicina, la literatura y la paz. Se creó en Suecia la Fundación Nobel con el objetivo de administrar los bienes dejados por Nobel y coordinar los trabajos de las instituciones a las cuales había encomendado la tarea de entregar los distintos premios de cada una de las cinco categorías, que fueron seis a partir de 1968 con la institución del Premio Nobel de Economía por parte del Banco de Suecia.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia es la encargada de elegir a los ganadores de los premios de Física, Química y Economía, el Instituto Karolinska elige al ganador del Premio Nobel de Medicina, y la Academia Sueca al de Literatura. Los premios de estas categorías se entregan en Estocolmo, pero el Premio Nobel de la Paz, elegido por el Comité Noruego del Nobel, se entrega en la ciudad de Oslo. Los premiados reciben una medalla de oro, un diploma y suma de dinero que en 2013 ascendía a 8 millones de coronas suecas (874.000 euros aproximadamente).
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Maryam Mirzakhani
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Muchos se preguntarán por qué Alfred Nobel no incluyó un premio dedicado a las
matemáticas.
La opinión más extendida es que las matemáticas no le gustaban al científico, que instituyó las categorías correspondientes a las ramas de la ciencia que le habían encumbrado y que él creía que contribuían al desarrollo de los ideales y el progreso de la humanidad. El galardón que corresponde al nobel de matemáticas es la Medalla Fields, cuyo nombre constituye un homenaje al matemático John Charles Fields, que asentó las bases para la constitución del premio. Es concedida por la Unión Matemática Internacional cada cuatro años, y en 2014 le ha sido concedida a una mujer por primera vez, la iraní Maryam Mirzakhani.
El Premio Nobel de la Paz
No cabe duda de que Bertha von Suttner influyó en los ideales pacifistas de Alfred Nobel, sobre todo en la inclusión de la categoría del Premio de la Paz en su testamento, el cual debía concederse a las personas que promovieran la paz en el mundo. La propia condesa von Suttner fue la primera galardonada con este premio en 1905 por su lucha y sus obras a favor de la paz.
Esta categoría es la que se ha visto envuelta en mayores polémicas. Ha sido concedido a Henry Kissinger, Willy Brandt, el Organismo Internacional de Energía Atómica, Al Gore y Barack Obama, entre otros, es decir, a políticos, organizaciones, diplomáticos y presidentes de gobierno. La crítica que se hace a las decisiones de Comité Noruego del Nobel se basa en que Alfred Nobel dejó escrito que el Premio de la Paz debía concederse a aquellas personas que trabajasen a favor de la «supresión o reducción de los ejércitos», de la fraternidad de los pueblos y de la propagación de la idea de la paz, y se duda con razón de que muchos de los galardonados cumplan con estos requisitos.