Hace casi veinte años un grupo de científicos nucleares rusos dejó atrás un futuro prometedor en la antigua Unión Soviética, o mejores condiciones económicas en cualquier país de Europa Occidental, para instalarse en una diminuta isla griega situada al sur de Creta: Gavdos. ¿Qué motivo les llevó a tomar una decisión tan radical? Pues, sencillamente, sintieron que la ciencia servía a los intereses del gobierno o de las grandes corporaciones internacionales, y acordaron fundar una comunidad en esta remota isla del Egeo.
Gavdos tiene, a despecho de su marginalidad política-estratégica, un cierto prestigio que proviene de la mitología. Se creía que era el lugar de origen de Calypso, la ninfa que retuvo a Odiseo en Ogigia durante su viaje de regreso a Ítaca. Pero no nos engañemos. La vida no es fácil en la isla. Apenas cuenta con unos 180 habitantes permanentes (turistas aparte). No hay aeropuerto, ni bancos, ni gasolineras. Solo un par de líneas regulares de barcos la conectan con Creta.
El grupo de científicos —entre los que hay supervivientes del desastre de Chernóbil— se preguntó si era posible no obedecer las reglas de la sociedad común y, al mismo tiempo, ser la parte de la sociedad. Y si era posible, ¿cómo lograrlo? Así es como comenzó este experimento, cuyo material de trabajo es su propio grupo y la comunidad que forma en la isla. Los fundamentos que sustentan su vida en común fueron tomados de la filosofía griega antigua, sobre todo de Pitágoras, que explicó el mundo a través de los números y las matemáticas.
Gavdos |
La comunidad de ex científicos no es menos filosófica que religiosa, a la vista de los comentarios de algunos de sus integrantes, que están muy cerca de concepciones budistas y taoistas, como puede verse en el documental de Yiorgos Moustakis, The Inmortals at the southern point of Europe, disponible en la siguiente dirección: https://vimeo.com/627
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