El Barranco del Infierno, en Adeje, reabre tras seis años
cerrado con el objetivo de convertirse en una experiencia natural,
cultural e histórica única.
Su curso de agua permanente favoreció el
asentamiento de los guanches y su manantial siguió abasteciendo después a
los primeros adejeros que hicieron de estas medianías su hogar. Y es
que al Barranco del Infierno primero se le conoció como el Río de Adeje.
Hoy, seis siglos después, el sendero que hace honor a su nombre, al llevar a sus visitantes por profundidades que parecen de otro mundo, reabre sus puertas con el objetivo de volver a los orígenes y convertirse en una experiencia natural, cultural e histórica única. Porque vivir el Barranco del Infierno es mucho más que ver una cascada, sin duda el atractivo principal del camino. Es también recordar el paso de los guanches por sus laderas, aprender de endemismos únicos y disfrutar de su riqueza paisajística.
Hoy, seis siglos después, el sendero que hace honor a su nombre, al llevar a sus visitantes por profundidades que parecen de otro mundo, reabre sus puertas con el objetivo de volver a los orígenes y convertirse en una experiencia natural, cultural e histórica única. Porque vivir el Barranco del Infierno es mucho más que ver una cascada, sin duda el atractivo principal del camino. Es también recordar el paso de los guanches por sus laderas, aprender de endemismos únicos y disfrutar de su riqueza paisajística.
La reserva natural especial del Barranco del Infierno es un espacio protegido de 1.843 hectáreas, con barrancos profundos separados por lomas estrechas y los roques del Conde, Imoque y Abinque.
Fuente: La opinión
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