El mes pasado la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), haciéndose eco del movimiento iniciado por la comunidad científica de Estados Unidos en contra del menosprecio que la administración Trump está demostrando sobradamente hacia la ciencia y su valor, ha redactado un Manifiesto por la Ciencia que pretende llamar la atención sobre los peligros que acechan a la ciencia en España. Estos peligros son básicamente dos: por un lado, la indiferencia que nuestros políticos han mostrado por el desarrollo de la ciencia en suelo español y su ceguera para verla como un factor fundamental de progreso económico-social, y, por otro, la consecuente pérdida de relevancia social de la ciencia y de los científicos.
El Manifiesto pretende sumarse al movimiento iniciado por la Marcha por la Ciencia, que se celebró en Washington el pasado 22 de abril para protestar, entre otras cosas, contra los recortes presupuestarios, la desaparición de conjuntos de datos y las amenazas de desmantelamiento de las agencias gubernamentales lanzadas por Donald Trump. Si bien es cierto que la pérdida progresiva de apoyos a la ciencia viene produciéndose en Estados Unidos desde mucho antes de la llegada de Trump al poder, han sido las actitudes y políticas del actual presidente, negacionista del cambio climático, las que han motivado esta Marcha.
Fuente: Occupy.com. |
El Manifiesto pretende sumarse al movimiento iniciado por la Marcha por la Ciencia, que se celebró en Washington el pasado 22 de abril para protestar, entre otras cosas, contra los recortes presupuestarios, la desaparición de conjuntos de datos y las amenazas de desmantelamiento de las agencias gubernamentales lanzadas por Donald Trump. Si bien es cierto que la pérdida progresiva de apoyos a la ciencia viene produciéndose en Estados Unidos desde mucho antes de la llegada de Trump al poder, han sido las actitudes y políticas del actual presidente, negacionista del cambio climático, las que han motivado esta Marcha.
Algunas voces autorizadas como Steven Pinker, profesor de psicología en la Universidad de Harvard, criticaron la Marcha por considerar que sus organizadores han hecho de ella «una extensión de la política de identidad y una victimización que ha desacreditado la academia a los ojos de gran parte del mundo». Aunque esta crítica, y otras muchas que van en el mismo sentido, pueden comprenderse, hay que decir, para poner en contexto las razones de la Marcha, que en Estados Unidos hay políticos que toman decisiones basadas en una visión del mundo acientífica, como el congresista republicano Todd Akin, quien en 2012 afirmó sin rubor, siendo miembro del Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología del Senado, que las teorías de la evolución, el Big Bang y la embriología son «mentiras que salen directamente del pozo del infierno».
Fuente: El Confidencial |
En España los problemas son otros, pero está claro que el descenso continuado de la inversión en I+D y la precariedad de la carrera investigadora son hechos constatados en nuestro país, sobre todo a raíz de la crisis económica de 2008. Este estado de cosas revela que la visión de la ciencia como un motor de cambio y de innovación no es una idea muy extendida en nuestra sociedad. Por tales razones muchos investigadores y ciudadanos españoles se manifestaron el 22 de abril en Madrid, Barcelona, Sevilla, Girona y otras muchas ciudades.
La anécdota del caso español es que la movilización tuvo su origen en un blablacar en el que coincidieron un astrofísico, una bióloga, una residente de medicina y un periodista, según contó a Hipertextual Juanma García Sierra, uno de los miembros del colectivo. «La chispa ha sido Trump, pero la investigación necesita este revulsivo en todos los países del mundo», afirma el periodista científico Javier Jiménez, que también forma parte del colectivo.
El Manifiesto por la Ciencia publicado por la Confederación de Sociedades Científicas en España (COSCE) y la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) ha querido adherirse a las movilizaciones en favor de la ciencia para revindicar la necesidad de invertir en I+D y de considerar el conocimiento científico como una herramienta de la planificación política, de modo que pueda constrarrestarse una corriente política global que minusvalora el papel de la ciencia en nuestras vidas «con el resultado —según reza el documento— de un inexorable deterioro en la salud y el medio ambiente, y un creciente menosprecio por el conocimiento que se ve sustituido por interpretaciones de la realidad alternativas.»
Por otro lado, frente «al persistente desinterés en construir políticas científicas coherentes y duraderas [en España] por parte de sucesivos gobiernos», el Manifiesto plantea algunas propuestas, como la firma de un Pacto de Estado por la Ciencia y la creación de un ente independiente de la Administración, «responsable de los instrumentos y recursos derivados de las políticas científicas, y gestionado por personas expertas del mundo de la ciencia», con la finalidad de desligar la ciencia y la investigación de los vaivenes políticos y los ciclos electorales.
Fuentes:
-22 de abril: la ciencia se pone en marcha. NaukasDisponible en: http://naukas.com/2017/04/20/22-de-abril-la-ciencia-se-pone-en-marcha/.
-Nicholas St. Fleur. Scientists and Activists Look Beyond the March for Science. New York Times. Disponible en: https://www.nytimes.com/2017/04/17/science/march-for-science-april-22.html?_r=0
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