viernes, 22 de mayo de 2015

¿Sabes cuántos ácaros viven en tu cara?

¿Sabes cuántos ácaros viven en tu cara? ¿Sabías que viven allí? Pues sí, es perfectamente normal tener ácaros microscópicos hospedados en nuestro rostro. Este tiene poros más grandes y numerosas glándulas sebáceas, lo que explicaría que se encuentren a gusto en este entorno, aunque es posible encontrarlos también en otros sitios, como los genitales y los pechos.

Son dos las especies de ácaros que se alojan en nuestro rostro: el Demodex folliculorum y el Demodex brevis. Sus parientes más cercanos son las arañas y las garrapatas, que pertenecen, como ellos, al filo de los artrópodos. El cuerpo de los Demodex es alargado como el de las lombrices, y tienen ocho patas cortas cerca de su cabeza. El Demodex folliculurom vive en los poros y los folículos de nuestros pelos; el Demodex brevis, en cambio, prefiere nuestras acogedoras glándulas sebáceas.

Demodex Folliculorum
En un estudio reciente, Megan Thoemmes y su equipo confirmaron que cerca del 14% de las personas tienen ácaros. También descubrieron ADN de Demodex en las caras de todas las personas que examinaron, lo que permite concluir que todos tenemos este tipo de ácaros asentados allí, y en grandes cantidades además. Una población baja de Demodex se cuenta por cientos; una alta, por miles. Se distribuyen por toda la cara, sobre todo en la nariz, la frente, los párpados y la barba.

Lo que no se conoce aún es de qué se compone su dieta. Se cree que se alimentan bien de las bacterias de nuestra piel, bien de las células muertas o de la grasa de las glándulas sebáceas. Tampoco tenemos mucha información sobre su vida reproductiva. Según señala Thoemmes, lo único que podemos afirmar con certeza es que ponen sus huevos alrededor del poro donde viven.

Un detalle curioso y poco atractivo de la vida de estos microscópicos animales es que no tienen ano. Los desechos que producen se van almacenando en su cuerpo hasta que, al morir, literalmente explotan. Afortunadamente, parece que —como apunta Thoemmes— las toxinas liberadas con la muerte del ácaro no son dañinas para nuestra piel.

Cabeza y patas de un Demodex de la cara
Pero sí hay una enfermedad de la piel que está relacionada con estos huéspedes invisibles: la llamada piel rosácea, que afecta principalmente a la cara. Parece ser que la abundancia de ácaros Demodex alojados a lo largo y ancho de nuestro rostro tiene mucho que ver con la rosácea, si bien esta afección no está motiva por ella. En vez de uno o dos por centímetro cuadrado de piel, el número aumenta de 10 a 20 en los casos de personas aquejadas. 

El profesor Kavanagh, de la Universidad Maynooth en Irlanda, concluyó, en un estudio publicado en 2012, que el problema radica en los cambios en la piel que padecen las personas, debido, por ejemplo, al envejecimiento o por la exposición al clima. Eso altera el sebo, la sustancia producida por las glándulas sebáceas, que ayuda a nuestra piel a mantenerse húmeda. Se cree que los Demodex se comen el sebo y esa transformación puede causar el boom poblacional. La irritación de la cara se debe simplemente al exceso de ácaros.

Aún no está claro el tipo de relación que tenemos con nuestros ácaros Demodex, pero no hay duda de que no son parásitos. La relación incluso podría ser comensal. Es decir, que se llevan algo de nosotros sin ocasionarnos un perjuicio, salvo en el caso señalado. Y hasta podrían traernos beneficios. Por ejemplo, para limpiar la piel muerta de nuestros rostros o liberarnos de las bacterias dañinas de la piel.

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